La primera misión de la Santa Sede a Ucrania y a las fronteras donde llegan miles de refugiados que huyen del conflicto tuvo lugar del 7 al 11 de marzo. El Card. Czerny visitó las zonas fronterizas entre Hungría y Ucrania; el Card. Krajewski estuvo en Polonia y Ucrania. Los dos cardenales fueron enviados directamente por el Santo Padre Francisco como sus representantes para llevar la solidaridad y la cercanía a los necesitados, los refugiados y las víctimas de la guerra.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede había anunciado el compromiso de los dos cardenales en una nota del 7 de marzo.
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Nota de la Oficina de Prensa de la Santa Sede
La Santa Sede se ha puesto al servicio de la instauración de la paz en Ucrania. En un gesto extraordinario, el Papa Francisco anunció en el Ángelus de la Plaza de San Pedro, el domingo 6 de marzo, que ha enviado a dos cardenales como expresión de la solidaridad de la Iglesia con el sufriente pueblo ucraniano: el Cardenal Konrad Krajewski, Limosnero Apostólico, y el Cardenal Michael Czerny, Prefecto ad interim del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
El Cardenal Krajewski llegará a la frontera entre Polonia y Ucrania el lunes (7 de marzo), y el Cardenal Czerny llegará a Hungría el martes (8 de marzo) para visitar algunos centros de acogida para los migrantes procedentes de Ucrania. Ambos se dirigen a Ucrania y dependiendo de la situación llegarán al país en los próximos días.
Los cardenales llevarán ayuda a los necesitados y serán “la presencia no solo del Papa, sino de todo el pueblo cristiano que quiere acercarse y decir: "¡La guerra es una locura! ¡Deténganse, por favor! ¡Miren qué crueldad!’. En Ucrania corren ríos de sangre y de lágrimas. No se trata solo de una operación militar, sino de guerra, que siembra muerte, destrucción y miseria”.
El Papa Francisco declaró: “El número de víctimas aumenta, al igual que las personas que huyen, especialmente las madres y los niños. En ese país atormentado crece dramáticamente a cada hora la necesidad de ayuda humanitaria. Hago un llamamiento apremiante para que se aseguren realmente los corredores humanitarios y se garantice y facilite el acceso de la ayuda a las zonas asediadas, con el fin de proporcionar un alivio vital a nuestros hermanos y hermanas oprimidos por las bombas y el miedo. Agradezco a todos los que acogen a los prófugos. Por encima de todo, imploro que cesen los ataques armados, para que prevalezcan las negociaciones —y prevalezca el sentido común— y para que se vuelva a respetar el derecho internacional”.
Esta última acción del Papa Francisco pretende también dirigir la atención sobre las numerosas situaciones similares en todo el mundo. Como dijo el Santo Padre el domingo anterior: “Con el corazón desgarrado por todo lo que sucede en Ucrania —y no olvidemos la guerra en otros lugares del mundo, como Yemen, Siria, Etiopía…—, repito: ¡que callen las armas! Dios está con los operadores de paz, no con quien emplea la violencia.” (Ángelus, 27.02).
El Cardenal Czerny seguirá señalando la triste similitud entre los sufrimientos de los ucranianos y los conflictos de larga duración que ya no atraen la atención del mundo. Además, planteará su preocupación por que se permita a los residentes africanos y asiáticos en Ucrania, que también sufren miedo y desplazamiento, buscar refugio sin discriminación. También hay informes preocupantes sobre el aumento de las actividades de tráfico de personas y la introducción ilegal de inmigrantes en las fronteras y en los países vecinos. Dado que la mayoría de las personas que huyen son creyentes, afirmará que debe ofrecerse asistencia religiosa a todos, con sensibilidad a las diferencias ecuménicas e interconfesionales. Por último, en los loables esfuerzos por ofrecer respuestas humanitarias y organizar corredores humanitarios, hay una gran necesidad de coordinación, de buena organización y de estrategia compartida, para abarcar el sufrimiento de la gente y proporcionar una ayuda eficaz.