La presentación del Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2025 tuvo lugar en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
La primera intervención fue la de Su Eminencia el Card. Michael Czerny S.J., Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (DSDHI). En su discurso, el Card. Czerny hizo hincapié en la contextualidad del Mensaje con el Jubileo, al que calificó de “una ocasión propicia para fortalecer nuestra fe”, y nos recordó que la fuerza del Espíritu Santo y la misericordia de Dios nos conducirán a la salvación.
Esto no significa que debamos esperar pasivamente. Sino que la esperanza, explicó el prefecto, se traduce en escuchar con atención la voz de Dios y en asumir responsabilidades ante las injusticias que encadenan nuestra existencia. Si desarmamos el corazón, seremos capaces de “actuar en el bien y en favor de la unidad”.
A continuación, tomó la palabra Dña. Krisanne Vaillancourt Murphy, directora ejecutiva de Catholic Mobilizing Network (CMN), quien destacó cómo, con su Mensaje, el Santo Padre nos llama a ser portadores de la justicia misericordiosa de Dios en el mundo.
Krisanne se centró también en el llamamiento de Francisco, en el que pide abolir la pena de muerte en todas las naciones. Ésta, es también la misión del CMN, que está comprometido con la movilización de los católicos, así como de las personas de buena voluntad, para poner fin a la pena capital en los Estados Unidos. «La pena capital es un “pecado estructural” que existe en al menos 55 naciones de todo el mundo, donde casi 28.000 personas se encuentran en el corredor de la muerte», explicó.
La directora aportó también el testimonio de una familia que, eligiendo la vía del perdón, luchó para salvar al asesino de su hija de una sentencia de muerte. Su misericordia es un ejemplo de compromiso personal en la búsqueda de la paz.
La rueda de prensa concluyó con la intervención del Ing. Vito Alfieri Fontana. Después de un pasado en la industria armamentística, experimentó una conversión personal y, tras dejar su trabajo, se involucró activamente en la “Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas”. El suyo es el testimonio sincero de un hombre que nunca se había hecho demasiadas preguntas: «Cuando era fabricante de armas, pensaba que la guerra estaba arraigada en el alma humana».
Luego, sus hijos y la cercanía del Venerable Don Tonino Bello le llevaron a reflexionar y a elegir otro camino: «Cambié mi vida intentando remediar, en la medida de lo posible, el “antes”». Y con respecto a las palabras del Santo Padre sobre la condonación de la deuda externa, nos invita a reflexionar: «¿Qué deudas pueden tener con el resto del mundo las poblaciones afectadas por la guerra, las carestías y la explotación?».