Nuevo Documento del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral

MIEMBROS DE SOLO UN CUERPO, AMADOS POR UN ÚNICO AMOR
Acompañar a las personas con sufrimiento psicológico, en el contexto de la pandemia de COVID-19

 Nuevo Documento del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral

Breve presentación del textoMonseñor
Bruno-Marie Duffé, Secretario del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano
 
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La epidemia mundial de la COVID-19 ha desafiado nuestra resistencia física y ha revelado la fragilidad de nuestros cuerpos. Pero también ha afectado el equilibrio psicológico de muchas personas. La preocupación por una misteriosa y desconocida enfermedad y un futuro incierto ha activado el miedo a la muerte - y el miedo a la soledad o al abandono - para muchos. La experiencia del duelo por los seres queridos o amigos, sin la posibilidad de celebrar ritos funerarios, ha sido aún más poderosa para quienes sufren fragilidad mental.

Nos parecía importante que un equipo del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, propusiera una reflexión profunda a quienes se dedican a acompañar a las personas particularmente vulnerables: ancianos, migrantes, marinos, desempleados y personas sin hogar, personas detenidas. Sin olvidar a aquellos que han donado sus habilidades, fortalezas  e incluso, en tantas ocasiones, us vidas para cuidar de los demás.

Acompañar no siempre es fácil, cuando uno se enfrenta a hermanos y hermanas solitarios, deprimidos y angustiados que en ocasiones han perdido los puntos de referencia y apoyo a través de los cuales se construye una vida en dignidad y con esperanza. El confinamiento en sí mismo, en no pocas ocasiones, ha amplificado ciertas ansiedades o provocado actos de violencia en el seno de las familias o en algunos barrios de nuestras ciudades.

Queríamos recordar las bases de una actitud de comprensión. Porque se trata sobre todo de escuchar y comprender a la persona humana: cuerpo, alma, relación, deseo y esperanza. Se trata de asumir una responsabilidad que es fundamentalmente una reciprocidad: cuando una persona se siente escuchada, se siente mejor. La dimensión espiritual, que es la necesidad de respirar y confiar, es vital. Es un encuentro con el Otro, sin miedo, y un reconocimiento que consuela y eleva.

La Iglesia, en cada uno de sus miembros, está llamada a vivir una misión que es, sobre todo, una presencia. El acompañamiento es una atención delicada, una solicitud que rompe la soledad. "Pienso y pensaré en ti; piensa también en mí": este es el mensaje de un acompañamiento discreto y respetuoso. Con el acompañamiento vivo, entendemos que nos acompañamos mutuamente.

A la manera del Buen Samaritano, a quien el Papa Francisco se refiere en su Encíclica "Fratelli tutti" (Octubre 2020), nos dejamos tocar por el que está abandonado a un lado del camino y encontramos nuestra alegría al ofrecerle nuestra consideración y amor.

Video-presentación del documento por parte de Monseñor Bruno-Marie Duffé, Secretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral

18 marzo 2021